Reflexiones de un cronopio

Ilustración de un personaje con un sombrero de mago escribiendo y sentado frente a una biblioteca

Rompiendo el hielo

Soy Gerardo Késsler. Oriundo de los Buenos Aires, en este maravilloso país tan mal gestionado por sus incongruencias políticas y desequilibrios ideológicos a lo largo de su historia.

Tengo la suerte de ser padre de un ser maravilloso, de trabajar en una de las cosas que amo, la suerte de estar conforme con mi vida. Y eso es difícil de procesar para quien solo ve a una persona con discapacidad y nada mas.

Soy una persona ciega desde mis 18 años, y sin pretender ser ejemplo de nada, ni representante de nadie, solo puedo mirar a la distancia y compartir algunos pareceres solo atribuibles a mi persona y mi historia concreta.

Los humanos somos lo suficientemente complejos como para que resulte condenadamente difícil encasillar en grupos cerrados, o simplificar en pocas frases. Y eso poco tiene que ver con la discapacidad, sino que tiene que ver con la propia otredad del individuo.

Sé que es un pensamiento que da vértigo. Que es mas fácil cuando todo es encastrable, ordenable, concreto, discernible. Pero las personas no somos así aunque intentemos serlo amuchándonos en las modas,tratando de encajar mostrando nuestro buen perfil y escondiendo nuestras miserias.

No elegí nacer, pero soy un agradecido de esta vida. No me enorgullezco ni me avergüenzo de mi discapacidad, solo la percibo como un rasgo que complejiza algunas cosas en el transitar de un mundo no demasiado igualitario, pero que sin embargo no nos impide tener una vida plena.

El mundo no solo es visual, aunque lamentablemente muchos no aprendan a disfrutarlo desde todos los ángulos posibles. Hemos priorizado nuestra existencia alrededor de lo que perciben los ojos, y relegado a un plano bastante inferior al resto de los sentidos.

No se trata de quitarle importancia a la imagen, sino el de no desperdiciar esas otras herramientas maravillosas que tenemos a disposición para absorber el mundo que nos rodea. Quizá por eso hay una falsa creencia de la imposibilidad de no poder ser feliz sin ese recurso, y tanta sorpresa cuando ese falso preconcepto se choca de frente con una vida plena, feliz, de una persona con discapacidad.

Viven en mi aficiones que no siempre se complementan, como la de amar la música, la tecnología, la programación, la producción musical. Sin embargo en tanto dar vueltas al intento de justificar esta disparidad de gustos, solo resuelvo creer en que lo que me apasiona de verdad, es el aprender. Y eso es totalmente independiente de la disciplina. Evidentemente hay cosas que me interesan mas que otras, pero suelo disfrutar mas del proceso de aprendizaje, que los resultados finales de lo aprendido.

#presentación