Reflexiones de un cronopio

Ilustración de un personaje con un sombrero de mago escribiendo y sentado frente a una biblioteca

Creatividad musical en tiempos de frialdad algorítmica

Como contemporáneo de muchos milenials, centenials y generaciones posteriores, pugno por no volverme un viejo rezongón de las modas artísticas, intentando buscarle las cosquillas y comprender por qué están de moda y dónde se enfoca su belleza. Y no es fácil.

La música, que es el ámbito en el que más o menos puedo desenvolverme mejor, es donde más rápido noto los cambios. En las nuevas propuestas artísticas de los diferentes géneros, o bien se mantiene la estructura clásica del género, se fusiona con elementos modernos, o se crean nuevos estilos. Y con estos últimos se está produciendo un choque con la revolución en pugna.

Mientras un amigo me mostraba las canciones generadas con diferentes herramientas de inteligencia artificial, el primer impacto que me produjo fue el contraste entre la calidad del resultado de las herramientas de aprendizaje automático actuales y los primeros prototipos de estas creadas hace pocos años.

El segundo impacto fue la consciencia de los escasos elementos que quedan para reconocer si lo que se escucha es una producción real de un artista desconocido o el resultado de un algoritmo “creativo”. Que, en su frialdad, su aleatoriedad programada y, por ende, inexistente, genera estas canciones que suenan realistas y de calidad similar a una producción profesional.

No tengo ninguna duda de que vivimos una revolución comparable con los momentos angulares de la historia tecnológica, como el nacimiento de Internet, los dispositivos móviles y las redes sociales. Cada uno de ellos han tenido sus consecuencias, sus defensores y detractores con sus aciertos y sus exageraciones. Sin embargo, nada puede hacerse con el impacto de estos avances que modifican la forma de relacionarse con el mundo y con el resto de la sociedad.

La pregunta que surge es por qué se logra un resultado difícil de diferenciar de una producción humana. Solo llego a una reflexión que, por ser lo único conjeturable por mis neuronas, no se tiñe de veracidad ni consigue un mero acercamiento a la misma.

A medida que los recursos artísticos se han ido alejando de la expresividad plasmada en la ejecución de los instrumentos y las voces, en pos de herramientas digitales de postproducción con instrumentos virtuales, cajas de ritmo, efectos varios y otras herramientas, el sonido resultante se ha ido alejando cada vez más de la sonoridad natural de estos instrumentos, ahora súper procesados.

Las voces se modifican hasta casi deformarse, y al menos en las grabaciones prácticamente no se utilizan instrumentos reales. Mucho sampling, synthesizers, plugins, efectos, que conforman todo un lenguaje en si mismos.

Esto ha llevado a que la búsqueda artística en los actuales estilos de música de moda se basen en la originalidad de las herramientas utilizadas y en la creación letrística disruptiva, para bien o para mal. Que el foco no esté en la expresividad de una voz, o en la emoción de un solo, sino en lo pegajoso de un verso o un ritmo. En que todo sea mas o menos igual, pero lo suficientemente diferente para identificar a un artista o productor.

Si lo que pienso se acerca al desierto de lo real, quizá podamos simplificar el porqué de los buenos resultados con un algoritmo “creativo”. La música ya está procesada y digitalizada de tal forma que la diferencia está en que un humano utiliza elementos digitales de producción, mientras que las IAs utilizan esas mismas herramientas, pero de forma automatizada. Ergo, es difícil diferenciar los resultados.

Nadie sabe realmente cómo funciona nuestro cerebro en lo inherente a la creatividad. Sin embargo, la física de partículas que componen la naturaleza del universo, lo que nos incluye, tiene elementos angulares intrínsecamente indeterminados, por ende, verdaderamente aleatorios. Quizá esté ahí la raíz de lo original: podemos crear de la nada, y no solo tomar elementos previos para mezclarlos y obtener algo de lo ya existente.

Por ahora, y solo por ahora, la tecnología con procesadores binarios no tiene esta cualidad. Pero estamos en camino a ello con las computadoras cuánticas. Es probable que en un pronto futuro sí se pueda hablar de algoritmos verdaderamente creadores, o que esta reflexión tan solo sea la burda sonsera de un cronopio sin remedio..

#IAs #reflexiones #música