Reflexiones de un cronopio

Ilustración de un personaje con un sombrero de mago escribiendo y sentado frente a una biblioteca

Arte o trabajo

¿A qué te dedicás? Me suelen preguntar por ahí, a lo que respondo sin dudar “a la música”. ¿Y trabajás? suele ser la siguiente…

En los tiempos que corren aún sigue siendo difícil de conjugar para algunos arte y trabajo. Piensan al primero solo como un pasatiempo, totalmente alejado de lo segundo. Y dentro de lo milagroso de poder vivir del arte, no todo es color de rosas. Por ejemplo;

En la cotideaneidad laboral uno a veces se pregunta si existirá el director perfecto en el arte. Y la respuesta que sale sin mucho análisis es claramente no. En qué de todas las variables que componen este rol haríamos hincapié. En que sea comprensible, pero exigente. Simpático, pero serio. Impulsor, pero tranquilo. Profesional, pero descontracturado. Y mil etcéteras en los cuales los dirigidos seguramente no coincidiremos al 100 por ciento.

Es como intentar concretar una pregunta sencillamente compleja. ¿Cual es la finalidad concreta de ese ente artístico al que pertenecés? Muchas de las respuestas posibles van a empujarse, morderse buscando el lugar relevante de la otra.

La profesionalización del arte genera estas contrariedades que crean una delgada línea entre la expresión artística y lo estrictamente laboral. En muchos puntos las curvas del camino hacen que se rebase esta línea para un lado o el otro, tiñendo de gris lo que difícilmente podamos mantener en un claro tono binario.

Muchas veces nos hemos, y seguiremos encontrándonos en situaciones en las que nuestro impulso artístico nos haga ser comprensibles y emprender en pos del arte en acciones que bajo la lupa estrictamente laboral, serán algo inaceptable, que atenta en detrimento de los derechos de un trabajador.

Pero esa dicotomía es parte del quehacer laboral de un artista en un organismo profesional. Algunos hemos de hacer lo que haya que hacer para que lo expresado sea de calidad, aunque perdamos algo por el camino, y otros en cambio no darán puntadas sin hilo. Y quien es el dueño de la verdad como para juzgar cada uno de esos actos, que según desde que lugar se mire será un acto  admirable o detestable.

Una orquesta termina siendo una gran familia o una pequeña sociedad, en la que como todo ente en el que haya mas de una persona se crearán pugnas por el poder, actos de comunión, peleas infructuosas, sinapsis energética que algunas veces llevarán el acto en común a un alto y bello nivel difícil de alcanzar.

Muchas veces el arte invade y arrasa con las miserias, egoísmos, individualismos y los transporta en un raro equilibrio durante un rato como el que dura un encuentro con el público, o con la expresión en si misma. Y después estos se liberan y crean algunos tumultos a veces nimios, y otras veces complejos. Y uno compara todo esto a cuando se toca en un proyecto a pulmón, perdiendo economía y energía por el camino solo por amor al arte, y se hace difícil de comprender.

No creo que tenga que ver ni con la discapacidad, ni con el egocentrismo de los artistas. Creo que son cosas inherentes a las sociedades que se resumen en un grupete de personas con sus dones y sus miserias. Y aunque releyendo lo escrito suena todo un poco oscuro y deprimente, no lo es tanto si se analiza no desde un lugar idealizado, sino desde lo real de las sociedades. En uno está con qué de todo eso quedarse, y a qué de todo eso intenta aportar para limar asperezas y centrarse en la piedra angular que nos une.

Las sociedades cambian, y creo que las orquestas quieran o no también lo harán. Su rol en la sociedad ya es muy diferente al de hace mucho tiempo, y la meta hacia donde dirigirse va dejando de ser tan clara invitando a replantearse muchas cosas. El arte madura, recae, renace, se renueva, se fusiona, se estructura, se descontractura. Sin embargo en tiempos de digitalización de la vida, aún tienen un rol que cumplir.

Los seres que componemos estos entes artísticos deberemos aceptarlo y adaptarnos a ello, siempre haciendo malabares entre la responsabilidad laboral y el impulso musical, tratando de que no se choquen tanto y de que puedan convivir en paz y armonía.

Si, trabajo señora, soy artista.

#reflexiones #música